Recuperación económica y poblacional

  Existen datos que permiten apreciar la continuidad del valor militar de la fortaleza y del trabajo de las tierras, así como discernir la situación y condiciones de Canara. En 1468 se produce la visita del comendador Francisco de León, durante su viaje de inspección por las encomiendas santiaguistas del reino de Murcia para su maestre don Juan Pacheco. Al describir la encomienda de Caravaca, dice de Canara:

  "Tiene en otro lugar esta encomienda que llaman Canara. Éste es asentado sobre una peña bien alta, y razonablemente cercado, y algunas partes donde ha menester adobarse, mandámoslo adobar a los del lugar porque es suyo de fazer. Avrá en este logar diez e seys vezínos, avnque en tienpo de Fajardo solía aver veynte. Tiene a un cabo del cortijo deste logar una torre fazia el campo y ésta es de tapias de su azera de cal, y fasta el quarto della encima de los cimientos, es de cal y de canto. Esta torre tiene una mazmorra en lo baxo y encima una cámara que toma todo lo hueco de la torre, y encima un terrado petrilado e almenado". Los campos de Canara habían recobrado en el siglo XV su adecuado cultivo y en el lugar permanecía una población estable, obteniendo tras la conquista del reino de Granada su total recuperación.

  Lugar de peregrinación

  El Santuario de la Virgen de la Peña pasó a manos de la Orden de Santiago junto a toda la zona en el siglo XIV. Ya en aquel momento era lugar de fervores religiosos, siendo visitado por Fernando 'El Católico', según algunas crónicas. En la época se trataba de uno de los lugares marianos más célebres del reino de Murcia, enclavado en las escarpaduras coronadas por los restos de la fortaleza medieval, sobre los que se levantó la ermita. Según la tradición, se trató de uno de los primeros santuarios dedicados a la Virgen María en el reino, aparecida ésta a unos labradores en el tronco de un higuera o, según otras versiones, en el de una noguera), siendo desde entonces patrona de Canara. Mediados el siglo XVII, la antigua iglesia aparecía demasiado ruinosa frente a la recuperada población, y entre la feligresía local surgió la idea de edificarle a su patrona un nuevo santuario en la cima de la montaña, aprovechando los restos de paredes con grandes sillares del castillo medieval.