"Todo su terreno es de montes, barrancos y tierras de inferior condición, arbolado, eriazos incultos y sin aprovechamiento. Es diputación sumamente pobre". Así describía un texto, a mediados del siglo XIX, la diputación de Perín. Pero estas referencias a una diputación en la que los recursos y ganancias escaseaban, cambiaría pronto.

  A principios del siglo XX, la compañía inglesa The Cartagena Mining and Water Corporation Limited adquiría las aguas de Perín a la Compañía de Aguas de Cartagena. Con la gerencia de Otto Leverkus se instalarían más de 10 kilómetros de canalizaciones, que tenían un grosor de 15 centímetros. El sistema de conducciones incluía filtros y depósitos de agua, de los que se conservan aún los situados en la torre de Nicolás Pérez, en los Molinos Marfagones y en Canteras.

  También se guarda el recuerdo de la intervención de la mencionada empresa inglesa en los restos de los edificios de la Finca del Inglés, propiedad de la corporación, y que en 1908 llegó a tener un diseño arquitectónico modernista de la mano de los arquitectos Rico y Paula Oliver. En 1930 Perín contaba con una población de 3878 habitantes.

  Un enclave militar

  El Plan de Defensa estatal de 1926 proyectó en Cabo Tiñoso una fortaleza con una batería de artillería. Entre 1932 y 1936 se realizaría el proyecto, instalando los poderosos cañones Vickers de 381 milímetros, que llegarían a ser disparados durante la contienda civil.

  La riqueza de Perín se basó siempre en sus amplios cultivos de almendro, en las zonas llanas de cultivo, así como algo de ganadería vacuna y porcina. Las zonas litorales basaban sus recursos en el trabajo de pesca de las almadrabas, y en la zona Norte llegó a haber explotaciones mineras durante el desarrollo de esta industria de finales del XIX y comienzos del XX.

  Hoy día la diputación continúa con sus explotaciones agropecuarias, habiéndose producido desde los años setenta una readaptación de sus cultivos, para hacerlos intensivos y variar los productos ofertados. Las zonas costeras y algunos parajes del interior han desarrollado zonas residenciales y de turismo, tanto costero como rural, en un intento de aprovechar los variados recursos naturales.