Pino Carrasco [Macisvenda]
Pino Carrasco

Los caseríos que tradicionalmente conformaron Gea y Truyols se sitúan en distintos puntos geográficos. Así, Lo Gea y El Caracolero se encuentran en las estribaciones de las sierras de Columbares y Villares, mientras que La Tercia y Truyols se ubican en las zonas llanas, a los pies de estos relieves.

En todo caso se trata de suelos calizos y margosos, junto a relieves del Plioceno que forman parte del gran macizo de Carrascoy, zonas de paso que tienen en el cercano Puerto de El Garruchal la zona más representativa desde el punto de vista histórico, ya que son áreas en las que se ha demostrado la existencia de población en villas romanas, como la villa de San Esteban de Mendigo, dentro de la sierra de Villares.

Paredes calizas con muestras fósiles, abundante matorral mediterráneo con ejemplares de espino negro, romero, lentisco, globularias, tomillo y jaras. Cipreses y pinos carrascos forman parte de la riqueza de coníferas que se dan entre los riscos.

Flora y Fauna

Buena parte del territorio de Gea y Truyols está dedicado a los cultivos de secano, olivos, almendros y algarrobos son los árboles más abundantes si bien, tras la modernización de los sistemas de riego, los cítricos se han visto introducidos en sus campos, en concreto el limón.

Además de la vegetación de cultivos y sus campos roturados y aterrazados, se puede observar una flora silvestre en la que abunda el monte bajo mediterráneo con especies como el esparto, aromáticas como el romero, el espino negro y las gramíneas, además de algunos ejemplos de palmito, pino carrasco y adelfas en las zonas húmedas.

La fauna de Gea y Truyols está mediatizada por el desarrollo urbano de sus zonas pobladas pero los campos abiertos dan cobijo a roedores, abundantes conejos y liebres y algunos ejemplos de perdices.

Estando cercanas las sierras con denominación ZEPA es fácil observar la evolución de águilas perdiceras o cernícalos que siempre buscan en el campo abierto sus presas.

Gatos monteses, erizos, zorros y abundante variedad de reptiles, como las culebras de herradura, completan una fauna que es más abundante en las cercanías de las estribaciones rocosas, donde la mano del hombre aún no ha modificado su configuración.