Javalí Viejo

  Sabemos que las obras del Azud o Contraparada debieron llevarse a cabo entre los siglos X y XI, si bien la historiografía ha llegado a plantear un origen romano de esta obra de ingeniería hidráulica. Con esta presa se canalizaban las aguas que las acequias mayores de la Alquibla y la Aljufia repartirían a través de la Huerta murciana.

  Aunque la obra se seguiría reformando a lo largo de los siglos, sobre todo a raíz de las riadas que afectaban a cimientos y muros. Su temprana existencia evidencia la realidad histórica de la zona. Los aledaños de la capital murciana se encontraban rodeados de tierras cultivadas, donde una alquería o caserío hacía las veces de núcleo de población. Tras la expulsión progresiva de la población musulmana y su abandono de las tierras nuevas, gentes llegadas del interior peninsular vinieron a repoblar Murcia junto a mudéjares y cristianos viejos.

  Los repartos de tierras que tuvieron lugar tras la Reconquista de Murcia por parte de la Corona castellana en 1243 afectaron de una manera singular a lo que hoy día es el territorio del municipio murciano. Estas circunstancias explican el hecho de que los pueblos murcianos deban su toponimia a la época musulmana. Javalí Viejo no es tanto un nombre que recuerde la existencia del animal en la zona como la deuda con la voz árabe "Yabalí", que define lo montaraz o cercano al monte. Javalí, el Viejo, aparece ya en documentos del siglo XIII, pero no como propiedad de señor o noble alguno, sino como pueblo administrado por el Concejo murciano.