Ermita de Santa Bárbara de Benizar [Moratalla_Benizar]
Ermita de Santa Bárbara de Benizar

  Benizar es repoblado

  La inseguridad era latente en Benizar en una época en la que la cercanía a la frontera con el reino nazarí de Granada, último bastión de Al-Ándalus, podía acarrear graves peligros a sus habitantes. Las frecuentes razias sembraban de temor la serranía moratallera, propiciando el despoblamiento de la zona hasta entrado el siglo XVI. Las tierras yermas quedaron en manos de la Encomienda y del Concejo de Moratalla, siendo el Castillo de Benizar para la primera. Pero la reconquista de Huéscar en 1488 alejó la frontera y permitió mayor grado de seguridad, teniendo en cuenta que Al-Ándalus asistía a su último hálito de vida.

  A comienzos del siglo XVI y atendiendo en lo estipulado en el Fuero de Cuenca, el Concejo dona y vende tierras a particulares y la comarca comienza a repoblarse. Los nuevos habitantes del lugar emprenden tareas de roturación en la huerta de Benizar, posibilitando la extensión de la agricultura. A lo largo del siglo XVIII el desarrollo agrícola continúa con roturaciones e incremento del viñedo y olivar. Sin embargo, la vida del campesino resulta dura en una tierra donde las inclemencias meteorológicas acarrean largos inviernos y en la que las epidemias y crisis agrícolas eran frecuentes, fenómenos que se unirían al bandolerismo, caciquismo y nula industrialización. Para recoger los diezmos, la Encomienda edificó La Tercia, origen de uno de los cuatro barrios que actualmente aglutina Benizar.

  La construcción de la Ermita de Santa Bárbara

  Las apariciones milagrosas acaecidas en el Monte de Benamor y en la Rambla de La Rogativa influyeron en el asentamiento definitivo en tierras moratalleras de campesinos y el afianzamiento de la fe cristiana en unas gentes con arraigado ascendiente morisco. Como consecuencia de ello se erigió la Ermita de Santa Bárbara, a la que el Concejo cedió el castillo benizareño.