Tras la conquista árabe del territorio murciano, Lorca pasó a formar parte de uno de los distritos más relevantes de la cora de Tudmir, que en extensión abarcaba buena parte de lo que hoy día es la Región de Murcia. La ciudad de Lorca y su Castillo, durante algunos de los años que duró la ocupación árabe, llegó a ser capital de distrito de la cora. Este dato evidencia la importancia que el territorio lorquino llegó a tener dentro de la administración territorial musulmana de las comarcas del suroeste murciano.

  El campo de Lorca, que separaba la ciudad amurallada de la capital de los puertos de mar de Águilas y Mazarrón, se convirtió en una zona protegida y vigilada a través de numerosas fortalezas y torres vigías. En Morata aún se conservan los restos de una de estas torres. La Sierra de la Almenara debe su nombre al hecho de que, desde la cumbre del Atalayón, se encendían hogueras para dar aviso de los posibles ataques berberiscos llegados desde la costa. El Campo de Lorca, amplio y poco poblado, estaría dedicado al cultivo de sus tierras en alquerías o caseríos dispersos, que darían origen a poblaciones como la nuestra. Tras la Reconquista cristiana y los siglos de repoblación, XVI y XVII, se iría conformando una nueva realidad para estas aldeas.