Las referencias documentales de la Historia de las tierras altas de Lorca, en cuestión de manuales y publicaciones, no suelen hacer referencia a la actual Diputación de Avilés. Su cercanía a Coy puede que sea la responsable de esta aparente falta de datos, ya que su territorio pudo incluirse en la administración y devenir del territorio coíno. Una de las vías de comunicación más transitadas de la zona era precisamente la que conducía a Caravaca y pasaba por las localidades de Avilés y Coy, y desde Avilés se bifurcaba otra vía, el camino de Aceniche, que conducía hasta el vecino municipio de Bullas y que hoy día forma parte de una senda, que atraviesa relieves y sotobosques.

  Reconquista cristiana

  Estas localidades norteñas como Avilés, durante la Reconquista cristiana del territorio fueron formando parte tanto de las propiedades de familias y nobles como del Concejo de Lorca, que las administraba como tierras de labor dedicadas al cereal y, eventualmente, a la vid y el almendro. Suponían también los límites fronterizos lorquinos con Mula, Caravaca, Cehegín y Aledo.

  Durante los siglos XIII y XIV las comunidades rurales de las tierras altas no suponían más que una población de unas quince o veinte familias dedicadas al laboreo de las tierras de los grandes terratenientes, siendo lugares en los que los reyes castellanos hacían recaer su seguridad en el Concejo de Lorca, sobre todo durante el período de inestabilidad tras la reconquista a los musulmanes.

  Propiedad de las tierras

  Pero ya entrado el XIV y XV se suceden los propietarios de estas áreas. Por ejemplo, Coy sería propiedad del hijo del infante don Juan Manuel, Sancho. Aunque no hay que olvidar que las grandes extensiones de secano solían ser propiedad del Rey que podía proceder a su venta al Concejo, como ocurriría en 1646 con el Rey Felipe IV, ya que eran tierras de producción de elementos tan básicos como el trigo, además de lugares de pasto.

  La administración de un Concejo dominado por las elites de señores y propietarios favorecería que las tierras de secano, como las de Avilés o Coy, pasaran a manos de familias destacadas u órdenes eclesiásticas, sobre todo durante las roturaciones del XVIII, perpetuando así unos estamentos sociales demasiado parecidos a los feudales del Medievo. Riquelme, Musso, Fernández Osorio, Osete, Quirós o Pérez de Meca serían algunas de las familias propietarias de tierras, donde las poblaciones estarían formadas por los labradores y aparceros.

  Actualidad

  Hoy día Avilés sigue mostrando muchas de las viejas casonas con cuadras, que hasta bien entrado el siglo XX formaban parte de su activo paisaje rural. Muchas de estas casas aún guardan la estructura de sus aljibes o los sistemas de poleas para subir grano, o elementos a las cámaras o zonas altas de la vivienda. El Molino de Torregrosa sigue manteniendo su maquinaria de molienda de grano a motor y, aunque abandonado, es una muestra más de la continua dedicación de las tierras de Avilés al cultivo de cereal, al igual que las antiguas bodegas de Beltrán nos recuerdan el otro gran elemento de producción, los viñedos.