Cope ya tenía durante el período moderno de su Historia una importante actividad pesquera, centrada en el arte de pesca de la almadraba y en las factorías de salazones. Diversos informes de mediados siglo XVI arrojan luz sobre la situación de la costa de la Marina de Cope, indicando que tanto los ganados como las almadrabas debían ser vigilados por guardias pagados por comisarios y regidores de la ciudad, ante los continuos ataques de piratas berberiscos.

  Esta situación de inestabilidad determinó la construcción de la Torre de Cope, terminada en 1573. La función de esta fortificación era la de proteger las dos fuentes de agua del Cabo, vigilar balsas de salazones y advertir del posible ataque de piratas a los campesinos, que cultivaban las zonas interiores. A esta torre se sumarían dos más, una en el monte de Águilas y otra en el promontorio de Terreros Blancos. La torre sufrió ataques que la dejaron casi en ruinas hasta que en 1663, y coincidiendo con un mayor desarrollo económico de la zona, se la dotaría de artillería y un mayor números de soldados para su guarnición.

  La dedicación de Cope a la pesca y sus salazones fue continuada a pesar de la piratería que, aún en el siglo XVIII, seguía atacando su costa. Y fue durante este siglo cuando se construyó la ermita del Santo Cristo, cuya cronología se sitúa entre 1726 y 1741. Este pequeño templo debía servir a los escasos habitantes de las cercanías de la torre, pastores, pescadores y la guarnición militar, como lugar de culto.

  El despegue de la minería en Águilas, en torno al año 1840, dinamizó demográficamente a las pedanías aguileñas. Tras las crisis mineras y la dura posguerra de la contienda civil, todo el municipio asistió a un movimiento migratorio intenso, que aminoró en los años 60' del pasado siglo XX, cuando los cultivos intensivos de hortalizas y el sector turístico dieron a lugares como Cope una nueva dimensión de crecimiento, que se ha prolongado hasta la actualidad.