La flor femenina se une al tallo por un corto y grueso pedúnculo
La flor femenina se une al tallo por un corto y grueso pedúnculo
Julio Pedauyé Ruiz

La calabaza es una hortaliza anual reptante que alcanza incluso más de 10 metros de longitud. Sus tallos son hirsutos -con pelos ásperos- y acanalados y sus hojas acorazonadas lobuladas. Presenta unas preciosas flores amarillas masculinas y femeninas que coexisten en la misma planta. La flor femenina se une al tallo por un corto y grueso pedúnculo de sección irregular pentagonal o hexagonal y los estilos, en número de tres, están soldados en su base y se separan a la altura de su inserción con el estigma, este último dividido en 2 partes. En las flores masculinas (de mayor tamaño) dicho pedúnculo puede alcanzar una longitud de hasta 40 centímetros y poseen tres estambres soldados.

Sus frutos son muy variables en formas y tamaños, pudiéndose afirmar que no existen dos calabazas iguales, por cierto, al igual que sucede con los espíritus humanos -otra casual coincidencia entre calabazas y Halloween-.

Las matas de calabaza son muy vivaces y requieren pocos cuidados, rindiendo sin embargo generosas cosechas a poco que las reguemos y las estercolemos o abonemos. Debido a esta característica existen asociaciones, sobre todo en Centro Europa, de aficionados al cultivo de las denominadas 'calabazas gigantes', ejemplares que pueden alcanzar más de 50 kilos y más de un metro de diámetro o longitud.

Si alguno os animáis a cultivar calabazas y queréis conseguir mayores tamaños es conveniente que los frutos a partir de un cierto peso no rocen con los tallos y las hojas que los rodean, para lo que se procederá a eliminarlas. La sombra que hasta ese momento le daba la hoja que lo cubría, ahora hay que proporcionársela de forma artificial, evitando así el prematuro endurecimiento y acorchado de la corteza, alargándose también el periodo de maduración y crecimiento.