Conociendo a nuestros antepasados

Alberca andalusí y convento al fondo [Museo de Santa Clara]

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        Esto era una vez, un día de invierno precioso de los de Murcia, y allá que nos vamos unos cuantos ajucarmeros (bastantes en esta ocasión) al Museo de Santa Clara, a conocer cómo nuestros antepasados los árabes, vivían y cuales cosas hicieron y obraron en esta Murcia tan querida, desconocida y, que gozó de un gran esplendor. Esta visita es continuación de la realizada al Centro Monumental de San Juan de Dios.

        Vimos con detalle una maqueta, preciosa-preciosa, de la ciudad de Murcia en el siglo XII-XIII, con su murallicas, su ante-murallica, sus mezquitas, sus casicas, su Alcazaba, tenía de tó por tó.

        A la vista de dicha maqueta, y a poca imaginación que se le echara, parecía talmente que habíamos partido de San Juan de Dios (Alcázar Mayor) y siguiendo la muralla, entrábamos al Alcasar Seguir (=palacio pequeño) como en su día mismamente pudo hacer  Ibn Mardanis (=Rey Lobo)

        En la mencionada maqueta pudimos apreciar que donde hoy se alza la Catedral, estuvo la Mezquita Aljama(=de los viernes) y otras mezquitas menores, donde hoy se encuentran las Iglesias de San Pedro, Santa Catalina, San Nicolás y San Lorenzo.

        Fuera de la muralla principal se encontraba el arrabal de la Arrixaca: zona de  viviendas de mercaderes y artesanos (actualmente barrio de San Andrés y San Antolín). Al norte del recinto amurallado se ubicaba la zona residencial, es decir, palacios de recreo o almunias (lo que vendría a ser ahora unos chalets por tó lo alto)

        Y ya, entramos a visitar los restos arqueológicos: la alberca con su agua correspondiente, y en los laterales cuatro arriates rodeados de arrayán (=mirto) representativos de la vegetación que había en aquel tiempo, separados por estaciones: verano, otoño, primavera-invierno; y el cuarto, llamado místico, dedicado a la mezcla de culturas: olivo (judía), ciprés (cristiana) y palmera (islámica).

        En la antesala y salón principal del palacio estaban expuestos los diversos restos encontrados: trabajos de yeso tallado, zócalos, utensilios domésticos, monedas, etc, así como trozos de arcos, en los que destaca su policromía. Curioso el contemplar los dos restos en piedra (procedentes de San Juan de Dios) representando figuras humanas bailando e interpretando música (por mucho esfuerzo que le pusimos no pudimos oir nota alguna)

        Impresionante ver el contraste que había: a la izquierda el salón del palacio árabe, y a la derecha la galería gótico-tardío del claustro.

        Por último, accedimos a la zona de arte sacro “tiempo de silencio” con la interesante colección de esculturas atesoradas por las monjas clarisas, procedentes de dotes de las novicias, adquisiciones y donaciones de familias murcianas. (Nos encantó la gran colección de Niños-Jesús)

Autoras: Mª Eugenia López López y Matilde Llorca de la Torre