Sobre el proceso de creación de la provincia de Murcia y su evolución hasta nuestros días son fundamentales VILAR GARCÍA, M. J.: Territorio y ordenación administrativa en la España Contemporánea. Los orígenes de la actual Región uniprovincial de Murcia. Asamblea Regional de Murcia, Academia Alfonso X el Sabio. Murcia. 2004 y VILAR RAMIREZ, J.B. El proceso de vertebración territorial de la Comunidad de Murcia. De reino histórico a autonomía uniprovincial. Consejo Jurídico de la Región de Murcia. Murcia. 2003. Es útil, aunque con un cierto sesgo político, la recopilación de información de la página web www.jarique.com. Para la evolución política en el siglo XIX, PÉREZ PICAZO, M.T.: Un pequeño mundo en estancamiento. Murcia entre 1808 y 1868, en Historia de la Región Murciana VIII,. Mediterráneo. Murcia. 1983.

LIBERALISMO
El gran problema del liberalismo es el de la reforma territorial y administrativa del Estado, de acuerdo a lo que ya habían desarrollado otros países europeos como Francia. En España es un proceso en fases, espasmódico, con tres momentos de paroxismo: 1810-1813, 1820-1823 y 1833-1837.

En la fase 1810-1813 en Murcia se mantuvo la provincia única, con algunos cambios menores, tanto en el proyecto de José Bonaparte como en el de las cortes gaditanas. Además surgen los primeros nuevos ayuntamientos, de acuerdo al principio constitucional de establecer concejos municipales en todos los núcleos de población de cierta entidad para liberarlos de las oligarquías urbanas de los grandes núcleos. En 1822 se plantea por primera vez la biprovincialidad (Murcia-Chinchilla) y se vuelve a dar una oleada de nuevos ayuntamientos. En los dos casos la restauración del Antiguo Régimen por Fernando VII abolió todas las reformas. Hubo que esperar a 1833 para que se iniciara ya de forma definitiva la reforma administrativa. Murcia se dividió en dos provincias (Murcia y Albacete), surgió un gran número de nuevos municipios (aunque la mayoría solo sobrevivieron unos años), y se reformó la subdivisión administrativa con la creación de los partidos judiciales (de los que sólo muestro la organización inicial de 1834 y la reforma de 1989, obviando los cambios intermedios).

La labor de Javier de Burgos ha sido muy criticada, sobre todo en territorios como Murcia, claramente desfavorecidos, pero hay que reconocer que tuvo un exquisito cuidado en conciliar las fronteras históricas con la realidad geográfica (como se comprueba al pensar que los diferentes regímenes políticos que se han sucedido en España en casi dos siglos nunca se han planteado una reforma en profundidad de la planta provincial). En cualquier caso, la provincia de Murcia anterior a 1833 era, desde cualquier punto de vista, demasiado extensa para las ideas de reforma provincial imperantes. Lamentarse por la segregación de Hellín es factible, pero recrearse en un ¿irredentismo¿ de Villena, Vera o Torrevieja un anacronismo histórico.

MURCIA CONTEMPORÁNEA
La única visión general de Murcia reciente es la de Rodríguez Llopis ( RODRIGUEZ LLOPIS, M.: Historia de la Región de Murcia, Editora Regional. Murcia.1998). Los trabajos de Vilar Ramírez y Egea Bruno, muy valiosos, se refieren a temas más específicos y concretos. Para el desarrollo administrativo territorial ver la obra de Vilar Ramírez citada más arriba. Sobre el cantón he usado para reconstruir los acontecimientos la venerable obra de Puig Campillo (PUIG CAMPILLO, A.: El cantón murciano. Consejería de Cultura. Murcia. 1986. Sobre los proyectos de ¿Región Murciana¿ he presentado sólo los más característicos. Para ver más ejemplos de propuestas en ese sentido consultar la obra de Vilar Ramirez ya citada. Sobre los acontecimientos en Cartagena los últimos días de la Guerra Civil ver PÉREZ ADÁN, L.M.: El hundimiento del Castillo Olite. Aglaya. Cartagena. 2004.

El proceso de formación de las autonomías está todavía demasiado próximo en el tiempo histórico como para que podamos señalar resultados a largo plazo. Parece evidente que las ensoñaciones de crear una gran región murciana con la incorporación de Albacete, Almería y Alicante no tenían sentido alguno, si pensamos en que las dos últimas no han pertenecido a la misma realidad territorial que Murcia desde el siglo XIII. En el caso de Albacete, es claro que ésta prefirió ser la ciudad más grande de Castilla La Mancha antes que ser la tercera en tamaño de Murcia. La opción extrema de una incorporación de Murcia a la autonomía de Castilla La Nueva ni siquiera se planteó seriamente. Como resultado, Murcia se enfrenta a sus desafíos por sí sola. El tiempo dirá con qué resultado.
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