La primera Murcia fue una "villae" romana

La romanización del territorio circundante a Cartago Nova fue relativamente rápida, sobre todo en las zonas de producción minera cercanas. En la pedanía murciana de La Alberca, ciertos vestigios acreditan el amplio desarrollo que tuvieron las villas de explotación agrícola y ganadera en época romana.

Los romanos desecaron los almarjales del Valle del Segura, adecuaron los caminos y crearon infraestructuras en todo el territorio murciano, posibilitando bajar de las zonas elevadas para establecerse en algunos lugares a orillas del Segura.

De esta forma, aparece una villa en el fondo del valle que constituye el germen de la futura ciudad de Murcia: Murtia, topónimo alusivo a la abundancia de mirtos en la zona.

Hasta entonces y también bajo el Imperio Romano, era Cartagena la ciudad más importante de la región que actualmente se conoce como Región de Murcia.

Los romanos impulsaron la huerta y construyeron diques, presas y acequias que, más tarde, serán estructuradas por los árabes.

Una poste romana en El Palmar

No se han encontrado muchos vestigios arqueológicos de época romana en el término municipal de Murcia, por lo que no debió ser un lugar muy poblado durante este período.

Francisco Jiménez señala en su libro Historia de la villa de El Palmar, que los restos arqueológicos encontrados en esta pedanía murciana demuestran la existencia de un pequeño núcleo de población romana que podría datarse hacia el siglo II a.C.

Todos los indicios apuntan a que se trataría de un lugar destinado a dar descanso y pertrechar a aquellos que efectuaban el viaje por la Vía Augusta. Esta calzada comunicaba la ciudad portuaria de Cartagena con el interior de la actual Región de Murcia, atravesando la cordillera prelitoral por el Puerto de la Cadena.

La expansión del cristianismo y el avance visigodo

A finales del siglo V desaparece el Imperio Romano de Occidente y los visigodos comienzan a establecerse en Hispania.

Consiguieron hacerse con las tierras del sureste peninsular bien entrado el siglo VII, donde, hasta esa fecha, perduró una sociedad tardorromana, sustentada por la conquista bizantina del territorio.

En esta época tuvieron lugar dos procesos de suma importancia para comprender la historia posterior del territorio murciano: la expansión del cristianismo y el avance visigodo hacia el sur peninsular.

Las primeras ciudades cristianas en Murcia aparecieron como resultado del carácter cosmopolita y abierto al exterior de Cartagena, a cuyo puerto arribaron continuamente ideas de diversos lugares.

Resulta interesante como el proceso de expansión del cristianismo quedó reflejado en los restos arqueológicos hallados en algunos lugares del Municipio de Murcia. Es el caso de el Mausoleo Tardorromano o Martiryum de La Alberca, la Basílica Paleocristiana de Algezares o la fortaleza tardorromana de Los Garres.

Estas tres poblaciones jalonan la cañada real de Torreagüera que viene a unirse a la carretera N-301, cuyo trazado coincide con la Vía Augusta.

La zona fue muy romanizada. Los restos arqueológicos hablan de una ocupación en la Antigüedad Tardía, quizá desde precedentes anteriores, republicanos y altoimperiales.

El Martiryum de La Alberca

Se encuentra en el antiguo Llano de la Mora, actualmente la Calle de la Paz, de La pedanía murciana de La Alberca. Constituye un mausoleo familiar fechado en la primera mitad del siglo IV a.C (época en la que ya existía la libertad de religiones-Edicto de Milán 313-) y apreciado como uno de los monumentos tardorromanos más relevantes de la Península Ibérica.

Este Mausoleo nos ilustra el proceso de cristianización de la Región de Murcia, dándonos una idea del conjunto de creencias y manifestaciones artísticas realizadas por las primeras comunidades cristianas, ya que este tipo de edificaciones parecen responder al deseo por parte de las familias de ser enterrados junto al cuerpo de algún mártir. De esta peculiar actividad procede la denominación de Martyrium.

Debió ser levantado por miembros de la aristocracia rural de la provincia Cartaginense, quienes llevarían un estilo de vida similar al de los latifundistas bajoimperiales, en cuyas villae se levantaban edificios religiosos dedicados al culto privado.

El edificio forma parte de lo que sería una villa romana, conservándose el mausoleo familiar, la cripta y cuatro sepulcros cubiertos por un mosaico. También se encontró en este lugar un enorme estanque que serviría para almacenar el agua procedente de los manantiales existentes en lo alto del monte y empleados para regar las fértiles tierras en las que hoy en día está situada La Alberca.

Muchos historiadores apuntan a que en este lugar pudo situarse la antigua ciudad visigótica de 'Eio'o 'Ello', que fue destruida cuando se estableció en Murcia la capitalidad del territorio.

En 1931 las ruinas de La Alberca fueron declaradas Monumento Histórico Artístico de carácter nacional.