Reinado de Carlos II

     Los hechos históricos que le tocaron vivir a Luis Belluga, 'los correspondientes a la Guerra de Sucesión', no pueden ser comprendidos sin remontarse a la mitad del siglo XVII, época, precisamente, en que nació.

     España 'y este caso concreto el reino de Murcia' bajo el reinado de Carlos II, comenzaba a salir de la crisis en que había estado inmersa desde el inicio del siglo XVII. Esa crisis se había caracterizado por un descenso de la producción agrícola debido, sobre todo, a la expulsión de los moriscos y a un ciclo de temperaturas mínimas muy adversas que estaba sacudiendo a toda Europa.

     Infortunios meteorológicos fruto de este vaivén climático, la proliferación de epidemias y la crisis financiera de la Corona consecuencia de un creciente agotamiento y a la insuficiente gestión de sus recursos sumieron a España en una lamentable situación. Tal es así que, en Murcia, el Concejo en más de una ocasión tuvo que hipotecar censos enfitéuticos agrícolas e inmobiliarios para hacer frente a los gastos ordinarios de la administración. Únicamente, en medio de la estrecha condición, en 1684, se llegó a ejecutar una obra de ingeniería hidráulica: el definitivo estrangulamiento del meandro de las Condominas quedando el cauce del río Segura tal y como hoy se conoce.

     No obstante, diversas fuentes históricas no dejan lugar a dudas que desde 1670 la situación socioeconómica iniciaba una acelerada recuperación. Así, los diezmos agrícolas comenzaron a incrementarse; la actividad artesanal a rendir con niveles cada vez más elevados y el comercio de los puertos a experimentar un empuje significativo. La población inició un proceso de crecimiento sobre todo gracias a una considerable disminución de la mortalidad. Según M. Rodríguez Llopis, la población del reino de Murcia había recuperado la cifra de la población perdida y se situaba en los mismos niveles de principios del siglo XVII, con 112.500 habitantes en 1694.

Guerra de Sucesión

     Entonces, en 1701, tras la proclamación de Felipe de Anjou como rey de España y la pública pretensión de Carlos de Habsburgo, estalló la Guerra de Sucesión. Como quisiera que catalanes y valencianos se unieron al bando austriaco se dio la circunstancia de que el reino de Murcia se convertía en un destacado escenario de esta contienda, como demuestra la batalla del Huerto de las Bombas en 1706.

     La victoria borbónica de Almansa, el 25 de abril de 1707 liquidó el teatro de operaciones en este territorio si bien la guerra continuó hasta la firma del Tratado de Utrecht en 1713.

Crecimiento del Reino de Murcia

     Tras la guerra y pese a las incidencias de las actividades bélicas, el reino de Murcia experimentó un empuje significativo. Cabe destacar el espectacular crecimiento demográfico: como muestra basta señalar que se pasó de 120.000 habitantes de principios del siglo XVIII a 330.000 a finales del mismo. Esta población materializó un proceso social que ya se advertía a finales del XVII: el asentamiento en el campo en forma de aldeas y caseríos en los alrededores de las villas y ciudades tradicionales.

     Como se indicaba al comentar la declinación del siglo XVII, este crecimiento demográfico tuvo su origen en un rápido y constante aumento de la producción agrícola. Así, después de liquidado el conflicto sucesorio, ocurrió que se acometieron nuevas roturaciones (efecto lógico de la expansión de la población, por otro lado; esto es, a más gente, más jornaleros para trabajar la tierra y, por lo tanto, más campo que trabajar), se mejoraron infraestructuras hidráulicas, se introdujeron nuevos cultivos, etc. Por ejemplo, durante el obispado de Luis Belluga, la seda alcanzó una producción similar a la de comienzos del siglo XVII prosiguiéndose la dinámica exportadora hacia el resto de Europa.

     Por último la confirmación de ferias y mercados, y la concesión de nuevos privilegios por el nuevo rey contribuyó a consolidar una de las etapas de crecimiento social y económico más significativos de la historia de Murcia.