Costa de Calblanque. La heterogeneidad del medio físico se traduce en una gran variedad de adaptaciones a las condiciones, cambiantes en el espacio y en el tiempo
Costa de Calblanque. La heterogeneidad del medio físico se traduce en una gran variedad de adaptaciones a las condiciones, cambiantes en el espacio y en el tiempo
F. Robledano

Desde las cumbres de las sierras litorales hasta el nivel del mar, la diversidad de condiciones, en lo relativo a tipos de sustrato, suelos, microclimas, influencia marina, etc., se refleja en numerosas adaptaciones representadas por distintas estrategias de vida. La fauna y flora del litoral deben desarrollarse bajo condiciones tan diversas como los suelos móviles y muy secos (arenas), o encharcados (sedimentos de los humedales), o extremadamente rocosos y sometidos a continuas salpicaduras de agua salada (acantilados). Animales y plantas han de ser capaces de enraizar, obtener alimento, enterrarse o crecer en medios que, por su carácter extremo, seleccionan a los especialistas evolutivamente más eficientes.

Dentro de la aridez que caracteriza a estos ambientes, encontramos situaciones muy variadas, y cambios graduales en factores como la temperatura, precipitación, influencia del mar, presencia de agua en el suelo..., lo que da lugar a condiciones que van desde el desierto hasta el bosque mediterráneo mejor desarrollado. Pequeñas variaciones topográficas (el ascenso por una ladera o el cambio de una orientación de una vaguada) pueden dar también lugar a importantes cambios en las comunidades y ecosistemas. Esto explica que el litoral regional sea diverso en su conjunto, pero también localmente, de manera que espacios de extensión reducida pueden contener una gran riqueza biológica. Por ejemplo, el Parque Regional de Calblanque incluye en sus poco más de 2.500 hectáreas, 670 especies y subespecies diferentes de plantas.

La interacción entre el medio físico y los organismos vivos va dando lugar, por lo general, a situaciones de mayor estabilidad y productividad biológica. La energía de los procesos físicos va siendo debilitada por la acción de las comunidades biológicas pioneras, que facilita la colonización por nuevos organismos y el establecimiento de condiciones progresivamente más habitables.

Uno de los procesos físico-biológicos de mayor trascendencia es la formación del suelo, que incrementa las posibilidades de colonización vegetal. En otros casos se trata de procesos de estabilización o retención de sedimentos, como la que ejercen las raíces de las plantas sobre las dunas, o las orlas de vegetación palustre, que retardan la colmatación por sedimentos de las cubetas de los humedales. En general se habla de procesos de sucesión, a través de los cuales los ecosistemas incrementan su estabilidad y madurez.

Pero la riqueza de los paisajes mediterráneos no sólo se sustenta en las comunidades maduras, hipotético final de los procesos de sucesión, sino en paisajes sometidos a un cierto grado de perturbación, sea de origen natural o humana. La antigua e intensa utilización del territorio por el hombre, ha dado lugar a un mosaico de bosque, matorral, comunidades herbáceas, sistemas agrícolas, edificaciones rurales, humedales, biológicamente más diverso que un paisaje homogéneo, dominado sólo por las comunidades más maduras. Un mosaico que podría ya existir previamente debido a las perturbaciones naturales, como los incendios o la acción de los herbívoros silvestres, y que tradicionalmente se ha mantenido a base de sistemas de explotación agro-silvo-pastoral (agrícola-forestal-ganadero).

En el litoral mediterráneo, el aprovechamiento del medio está incluso más diversificado, ya que no sólo se basa en el medio terrestre: el hombre también ha domesticado los humedales y medios costeros, creando sistemas para la pesca o la explotación de sal (encañizadas, almadrabas, salinas); así mismo, ha manejado los recursos hídricos mediante minas, canalizaciones, sistemas de elevación de agua, balsas, que han añadido al paisaje elementos antes impensables, proporcionando hábitats para especies típicamente acuáticas. El resultado es lo que denominamos biodiversidad, que incluye no sólo las especies vivas, sino toda la variedad de formas de vida que diferenciamos en niveles de organización inferiores (razas, variedades, subespecies': la diversidad genética) o superiores (comunidades, ecosistemas y paisajes).

Francisco Robledano