Por su parte a escala estatal, la Estrategia Española de Conservación y Uso Sostenible propone un conjunto de principios orientadores asumidos por la Estrategia Regional, de los que destacan: la subsidiariedad, con un reparto de las responsabilidades entre las diferentes administraciones; la responsabilidad de todos los sectores en la gestión del medio natural; la coordinación entre los agentes implicados en la gestión; planificación de políticas y acciones; la integración de todos los instrumentos de la planificación; la precaución, prevención y anticipación; la sostenibilidad en el uso de los recursos; solidaridad intergeneracional e interterritorial; la participación de todos los sectores; la equidad en el reparto de costes y beneficios; y la información mediante comunicación ambiental, educación e investigación. 

Máximas de la Estrategia regional

    Partiendo de los criterios anteriores, la Estrategia Forestal de la Región de Murcia se inspira en los siguientes principios generales: sostenibilidad, multifuncionalidad, biodiversidad, globalidad, productividad, continuidad, e integración, participación y consenso.

    Siendo fiel a estas máximas, la Estrategia apuesta por la gestión y el uso sostenible de los bosques y terrenos forestales para el mantenimiento de su biodiversidad, productividad y capacidad de regeneración, vitalidad y cumplimiento de sus funciones ecológicas, así como para que la planificación garantice el cumplimiento de las múltiples funciones ecológicas, económicas, sociales, recreativas y culturales que cumplen los sistemas forestales, huyendo de consideraciones exclusivamente productivistas o incluso proteccionistas.

    En cuanto a la biodiversidad, la Estrategia establece que la gestión debe garantizar, de forma prioritaria, los recursos genéticos, fomentando la diversidad de los sistemas forestales, de los hábitats y del paisaje. Y que, en términos de globalidad, debe asumir su responsabilidad en la contribución al mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales, especialmente en lo que se refiere a paliar las consecuencias del efecto invernadero.

    Además, la Estrategia vela por el mantenimiento de la salud y vitalidad de los ecosistemas, de la fertilidad de los suelos y de la capacidad productiva de los montes y establece que el diseño de la planificación debe responder y adaptarse a las diferentes demandas y situaciones que vayan surgiendo en el tiempo, estableciendo una continuidad. Alcanzar la integración en otras políticas, fomentar la participación ciudadana y alcanzar el consenso son, por último, objetivos que repercutirán en la mejora de la gestión.