Cuatro personajes y tres clases sociales en una misma habitación. Ramiro, ministro de Economía, está en el piso de Sandra, la profesora de francés de sus hijos a la que intenta conquistar, y Félix y Yago, dos indignados que han atracado la sucursal que se encuentra bajo el edificio donde vive Sandra. A todos ellos les une la ambición que desemboca en un final «que no se puede contar». Ésta es la esencia de la obra de teatro El Ministro.

La simbiosis lograda entre actores de primer nivel y el argumento otorga a la obra un nivel superior en el que ningún detalle es casual. Antonio Prieto Gómez, director de El Ministro, confiesa que «cuando estudiaba el libreto de la obra, la falta de honradez me pareció algo muy serio sobre lo que había que reflexionar. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que lo que sucedía en El Ministro y que tanto me divertía, era algo inmoral y reprobable».