Al igual que ocurre con la etapa medieval poco queda en Murcia de escultura renacentista, si bien en el caso de España no podamos hablar de escultura renacentista a la par que en otros países europeos cuya obra renacentista plástica es abundante tanto en las obras profanas como sagradas. En España la escultura renacentista se concentra en las obras religiosas y devocionales, con un predominio casi absoluto del soporte madera.
Murcia, entre los siglos XVI y XVII es aún un territorio con amplias zonas deshabitadas, aún se repuebla y va creciendo su población y el número de sus profesionales liberales por lo que las artes y las expresiones artísticas, dedicadas en más de un 90 % a la devoción religiosa, están en pleno desarrollo. Como siempre la Catedral de Murcia será el referente artístico, el ámbito donde más innovación pueda observarse, pero en algunas otras poblaciones podremos encontrar algo de una escultura piadosa que queda todavía condicionada por ciertos conceptos estéticos.
La palabra Renacimiento, en el mundo de las artes plásticas, tiene una impronta eminentemente italiana, sin duda es de Italia de donde proceden todas las grandes obras artísticas renacentistas europeas. Política y socialmente Italia es un mosaico de poderes políticos muy dedicados durante estos siglos al mecenazgo de artistas y las condiciones económicas son también excelentes para hacer del arte un elemento de placer, además de un medio de propaganda o devoción. Pero en un territorio como el nuestro el Renacimiento no pasa de ser un período cronológico en el que la escultura dará casi a partes iguales muestras de una estética anclada aún en la rigidez del período anterior y nuevas formas y planteamientos que, tímidamente, intentan adaptarse a las nuevas corrientes que circulan por Europa. No olvidemos nunca que cualquier expresión artística va precedida de nuevas formas de pensamiento, de filosofía, de literatura, etc.
Sin duda los mejores ejemplos de escultura renacentista en Murcia se encuentran en la catedral de Murcia, el proyecto artístico con más recursos en la época y con los mejores oficiales y artistas. El Maestro Mayor de la catedral, Jerónimo Quijano, dejaría excelentes trabajos en varios puntos del templo, como la Portada de la Sacristía o la Capilla de Junterón. Por el momento se estima que Quijano trabajaba tanto la piedra como la madera, por lo que en la portada habría realizado tanto las decoraciones manieristas de carpintería como toda la portada pétrea. El gusto italiano de Quijano queda reflejado en sus obras, esculturas alegóricas y profusión de decoraciones muy similares a los candelieri y grutescos italianos.
La obra de la Colegiata de San Patricio en Lorca es un proyecto que comienza en el XVI y, pese a que la duración del mismo se prolonga, podemos ver en la obra de cantería algunas muestras de un Renacimiento por momentos ligado aún a formas muy ibéricas, pero no por ello menos interesantes.
En la iglesia de Santiago de Jumilla, contratada en 1582, los hermanos Ayala llevan a cabo un retablo renacentista. Prima el diseño arquitectónico y la escultura de bulto redondo queda destinada a las hornacinas columnadas. Se puede apreciar una escultura que exhibe cierto nuevo clasicismo, algo condicionado todavía por el hieratismo románico y aún lejos de las nuevas formas que llegan de Italia, en todo caso más propio de las características de la imaginería ibérica, más cercana en ocasiones a lo flamenco.
También del siglo XVI podrían ser dos santos de la Iglesia Parroquial de Ojos, Felipe y Santiago, de hecho están atribuidos a los hermanos Ayala por su cercanía geográfica y el conocimiento de sus trabajos en otros pueblos de Murcia. Son dos obras muy sencillas, más cercanas al gusto románico o a la estética medieval que a lo que se podría confeccionar ya en esta era moderna. Volúmenes trabajados en planos que se ajustan a las formas del bloque, desproporción en los miembros, cierto arcaísmo en las formas.
La relación con artistas granadinos fue acusada ya a finales del siglo XVI, los nombres de Alonso Cano y Pedro de Mena quedan vinculados a Murcia a través de obras como una Imaculada, un San José y un San Antonio sitas en la parroquial de San Nicolás de Bari en Murcia. Se trata de piezas de una calidad evidente, Cano y Mena son escultores que marcan como Gregorio Fernández en el norte penínsular un antes y un después de la escultura española. Pero en Murcia parece que la influencia de estos artistas y obras no crea aún escuela.
Durante el siglo XVI, especialmente durante su segunda mitad, Murcia vería crecer especialmente en sus templos obras retablísticas. Los retablos constituían una oportunidad de despliegue iconográfico y arquitectónico en soporte madera que requerían de todo un programa escultórico y ornamental. La talla de la madera, su dorado y pintura, necesitaba además de escultores de buenos y hábiles artesanos duchos en estos menesteres. El taller de la familia Bautista Estangueta sería uno de los principales a la hora de realizar este tipo de obras.
Podríamos hablar, en términos estéticos de un tránsito hacia el barroco. Porque hay otros escultores renacentistas pero cercanos ya al XVII, como Bocanegra, que realizó los relieves del Pósito de Pan en Lorca, Hernando de Torquemada con las alegorías angélicas del Almudí de Murcia o Pérez de Artá y Cristóbal de Salazar que trabajarían en las tallas de la Capilla de Junterón. Tratándose del siglo XVII son obras que aún deben mucho al tratamiento estético de la época anterior si pensamos en lo que se esculpe y talla en otros puntos del país. Pero el primer barroco llegará a Murcia y junto al pleno barroco harán de esta etapa artística un legado profuso en la escultura murciana.