El final de su uso debe coincidir con la destrucción del elemento arquitectónico sustentante más complejo, el arco. Lo más probable es que quedara destruido por alguna crecida del Arroyo del Paraíso, accidente que trataba de salvar. El agua, probablemente, habría socavado los cimientos, lo que explicaría el hallazgo de las dovelas en el fondo del arroyo y en la posición en la que se derrumbaron en su día. En efecto, desde una perspectiva arquitectónica la pérdida de este arco tuvo su razón de ser en el asiento diferencial de la cimentación, al existir una carga puntual en su punto de anclaje aguas abajo, al estar cimentado sobre margas yesíferas, teniendo el de arriba su asiento en calizas bioclásicas. Esa circunstancia habría provocado el hundimiento y ruina definitiva de este tramo del acueducto.

  Una vez inutilizado el principal elemento del canal, probablemente, durante el siglo IV, ya no volvió a reconstruirse. El retroceso de la vida urbana y la inestabilidad política llevó a los habitantes de Begastri a tener que renunciar a ciertos privilegios y comodidades de la ciudad clásica. Del mismo modo que las esculturas que ornamentaban la ciudad fueron reutilizadas en la construcción de la muralla, levantada para asegurar la defensa de la ciudad, probablemente también el acueducto, o parte de él, fue desmantelado en ésta época, obligando a los habitantes a tener que bajar al río para abastecerse de agua.

  Durante el siglo IX todo el acueducto había quedado ya abandonado; la ciudad, en esa época, se hallaba prácticamente deshabitada y la población se había trasladado al nuevo centro urbano de Cehegín. Siglos más tarde, el acueducto será reconstruido parcialmente y, tras varias reparaciones, ofrece a los visitantes el aspecto monumental que hoy en día se puede contemplar.

 
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