Según el Catastro del Marqués de la Ensenada del siglo XVIII, sólo en la huerta de Murcia habían 684.000 moreras, de las cuales 558.600 se encontraban en linderos y 125.400 en cultivo intensivo, ocupando una superficie de 2.976,93 hectáreas, el 26,9 % de la extensión de la Huerta de Murcia.
Datos tomados del libro 'El cultivo y la industria de la seda en Murcia en el siglo XVIII' de Pedro Olivares (Murcia, 1976)
Cuando hace unos años me fui adentrando en el estudio y conocimiento del gusano y su mundo, una de las primeras cuestiones que llamó poderosamente mi atención, quizás por mi ascendiente como tecnólogo de los alimentos, fue su alimentación a base única y exclusivamente de hojas de morera.
Bueno, lo cierto y verdad es que, pueden comer otras hojas (por ejemplo de lechuga) y sobrevivir a duras penas, pero sólo comiendo las genuinas hojas del Género Morus los gusanos pueden desarrollarse plenamente, producir seda y perpetuar su ciclo vital.
Esa capacidad asombrosa de adaptación a un solo alimento, que por otra parte entre los insectos no es tan excepcional, cautivó mi atención y me hizo preguntarme el por qué, el cómo, el para qué. Hemos de tener en cuenta que todas las propiedades singulares y 'maravillosas' de la seda, del extracto de la crisálida de su gusano, de sus heces o de su hijuela, 'salen', además de la información contenida en su genoma, de las hojas de la morera.
Para mi que nací en la Vega Baja del Segura, las moreras, junto a otros árboles como palmeras o higueras, forman parte de mi paisaje interior, de mis recuerdos de la niñez; la casa de madera de la pandilla en lo alto de la vieja morera, su agradable sombra en verano, el mágico sonido del viento meciendo sus hojas o sus deliciosos frutos, las moras, que manchaban nuestras manos y vestidos provocando las regañinas de mamá.
Esa familiaridad con la morera, que continua de adulto en Murcia capital, con las numerosas moreras que pueblan nuestras calles, parques y jardines, sin duda contrastaba con mi desconocimiento absoluto sobre sus propiedades, aprovechamientos tradicionales o recientes investigaciones.
Autor: © Julio Pedauyé Ruiz