Alta Edad Media: Abarán islámico

   El origen del topónimo Abarán resulta difícil de definir, según investigaciones de la doctora Consuelo Hernández, podría radicar en una tribu bereber que se estableció en la Península, llamada 'Hawwära', de donde deduce pudo ir transformándose en 'Hawwäran', 'Fauarán', 'Habarán' y Abarán. Aunque, según otros investigadores, el origen del topónimo podría relacionarse con otros más antiguos como 'Arán' o 'Navaran', que significan valle.

   Durante la dominación árabe recibe el nombre de 'Fauaran', emplazada dentro de la comarca de 'Riqüt' (Ricote), que cuenta con cuatro castillos: Ricote, Ojós (Los Peñascales), Blanca y Darrax. Es en la desembocadura del Valle de Ricote donde surge, a finales del siglo IX d. C., el estratégico poblado de 'Fauaran', testimonio del origen esencialmente árabe del lugar. La situación de aislamiento del Valle mantuvo a 'Fauaran' exenta de influencias extrañas, determinando de manera definitiva su dinámica histórico-cultural. De esta forma es como se forjó aquí un pueblo de aguerridos muladíes, musulmanes ante todo, pero orgullosos de su linaje hispano y recelosos de su independencia e individualidad, determinada por una combinación de topografía escarpada e idiosincrasia.

   Los moradores de 'Fauaran' prestaron su apoyo incondicional al murciano Ibn Mardanis, el mítico 'Rey Lobo', en su lucha contra los almorávides. También ayudaron en su lucha contra los almohades a Muhammad Ibn Hud, proclamado emir en 1228 y que, durante unos años, logró unificar bajo su mando a la práctica totalidad de la España musulmana. Sin embargo, el espléndido reino de Ibn Hud apenas sobrevivió a la muerte de su fundador, asesinado en Almería en 1238. Desde entonces el Valle cayó en manos de un arráez, que gozaba de cierta independencia. Aunque Abarán no aparece citado en las fuentes árabes o cristianas de la época, existen pruebas fehacientes de su existencia, como en el paraje del Cabezo de la Corbetera, empleado como asentamiento hasta el siglo XIII, en el que han aparecido restos de una atalaya y un cementerio. Cinco años después de la muerte de Ibn Hud, Abarán hubo de aceptar el Protectorado de Castilla en el año 1243.

   Baja Edad Media: Abarán bajo la dominación castellana

   Una vez en manos de los cristianos, Alfonso X 'El Sabio' entrega el Valle de Ricote a uno de sus más estrechos colaboradores, Enrique Pérez de Arana, quien nombró como representante a Pedro Peláez de Conteras. Pero este estratégico territorio sería también deseado por la Orden Militar de Santiago. La muerte de Alfonso X y el subsiguiente derecho a la Corona de los Infantes de la Cerda desagrada al entonces infante don Sancho quien, por documento otorgado en Ágreda el 25 de marzo de 1281, promete donar, cuando reine, todo el Valle de Ricote "...et con Fauaran..." a la Orden de Santiago, en recompensa por la ayuda prestada. Gracias a este documento Abarán entra documentalmente en la Historia. El 12 de noviembre de 1285, Sancho IV confirma su promesa en Sevilla, pasando Abarán a formar parte de la Encomienda de Ricote y permaneciendo bajo el yugo de los santiaguistas hasta el siglo XIX. Durante casi doscientos años, el nombre de Encomienda de Ricote se empleará para referirse a la zona, en detrimento de alquerías y lugares del Valle, como fue el caso de Abarán, que vivirá prácticamente en el anonimato. Tras la muerte de Sancho IV y, aprovechando la minoría de edad de Fernando IV, Jaime II de Aragón se apodera del reino de Murcia en 1296. Abarán pasará a depender durante ocho años de la Corona de Aragón.

   Continuos períodos de paz y de guerra

   El siglo XIV en Abarán se caracteriza por las guerras y discordias entre dos familias: los Fajardo y los Manueles, y por la regresión demográfica. La centuria siguiente también asiste a enfrentamientos entre Fajardos, Manueles, Ayalas, Calvillos, Dávalos y otras familias poderosas del reino, a las que se suman el obispo de Comontes, el comendador del Valle, Pedro Vélez de Guevara. Las luchas también tienen lugar con el reino nazarita de Granada. Las incursiones granadinas se sucedieron a lo largo de todo el siglo, como las acaecidas en 1407, en que los musulmanes entraron asolando la aljama de Abarán. A finales de 1450, el Rey Chico de Granada penetra devastadoramente en Abarán y destruye también Molina, Alguazas, Cotillas, Librilla y otros lugares.

    Los continuos períodos de guerra entre los reinos de Granada y Murcia, durante la mayor parte del siglo XV, alcanzaron su punto álgido con la gran cabalgada del rey nazarí Muley Abulhasén sobre el Valle de Ricote en abril de 1477. La hazaña se salda con el traslado de los moradores del Valle a Granada. Éstos solicitaron amparo y seguro  a la reina Isabel de Castilla para volver a su tierra, siendo atendida su petición por carta dada en Trujillo el 23 de junio de aquel año. Esta carta fue pregonada por plazas y mercados de ciudades y villas, con el fin de que nadie impidiese el regreso de los desplazados, bajo multa de 10.000 maravedíes: "...y muchos de los moros que en dicho lugar vivían y se fueron a vevir al regno de Granada y a otras partes...se querían volver al dicho val de Ricote a vevir a morar en él, si non por recelo y temor que diz tienen de ser presos t robados, e les sean fechos otros males y daños en sus personas y bienes... y porque mi merced y voluntad es que el dicho val de Ricote se torne a poblar...tomo y recibo so mi guarda y anparo y defendimiento real a los dichos moros y sus mugeres, fijos y faziendas...".

   Sin embargo, el comendador de Ricote amenazó con hacer justicia a quien osase verter quejas sobre los vecinos de su Valle, motivo por el cual fueron escasos los que decidieron regresar, por lo que el Valle de Ricote permaneció abandonado varios años hasta el otorgamiento de la Carta Puebla. Esta Carta Puebla es finalmente otorgada el 25 de septiembre de 1483, fijando las condiciones de repoblación del lugar. Se acogieron a ella veinte familias de moriscos procedentes de Hellín. Es en esta repoblación donde se halla el origen de la población actual.