Abd al-Rahman II. Toledo, 790 - Córdoba, 22 de septiembre de 852

El cuarto Emir Omeya en Córdoba

     Abd al-Rahman II nace en Toledo en el mes de octubre o noviembre del año 790 (mes de Sha'ban del año 176). Hijo y digno sucesor de Al-Hakam I, su figura saltó al convulso ruedo andalusí a partir de la muerte de su padre en el año 822, convirtiéndose en el cuarto emir omeya en Córdoba.

     En el año 750 el poder califal que ostentaba su familia en Damasco había sido cruelmente cercenado y derrocado por la estirpe de los Abbasíes, motivando la llegada a Al-Ándalus de un miembro de los Omeyas: Abd al-Rahman I, que creó el Emirato Independiente de Córdoba, libre ya de la tutela de Damasco.

     Abd al-Rahman II se proclamó emir muchos años después, pasando a la historia como el gran organizador del Emirato Independiente y como un monarca inteligente, culto, bondadoso y amante de la paz.

Los problemáticos inicios de su reinado

     Abd al-Rahman II supo extender por Al-Ándalus aires de calma y prosperidad, solamente interrumpidos por algunas convulsiones sociales y ciertas dificultades en los primeros años de su reinado.

     Algunas de las dificultades a las que el nuevo emir tuvo que enfrentarse fueron la estructura del Estado, los problemas fiscales, la juventud e inexperiencia de un joven Abd al-Rahman II y el apego a la política pro-árabe heredada de su padre, que generó revueltas entre los mozárabes.

     En un primer momento, el recién estrenado monarca dejó su reinado en manos de visires y favoritos, como el eunuco Nasr, su favorita Tarub, que ambicionaba el trono para su hijo Abdalá, y Yahya Ben Yahya, partidario de la interpretación estricta del Corán. El objetivo era la islamización de los cristianos para aumentar el poder de la Ley coránica en la sociedad cordobesa.

     En esta etapa Abd al-Rahman II fue víctima de una confabulación entre Tarub y el eunuco Nasr para envenenarlo, pero una criada desveló a Abd al-Rahman el complot que sus favoritos preparaban y el emir hizo beber el brebaje mortal a Nasr delante de toda su Corte.

Abd al-Rahman II funda Murcia

     La fundación de la ciudad de Murcia es uno de los episodios más destacados del reinado de Abd al-Rahman II.

     Recién estrenado su emirato estalla una guerra en la Cora de Tudmir entre los clanes de yemeníes y muraditas. La Cora se encontraba establecida en el sureste peninsular y su capital era la actual Orihuela.

     Abd al-Rahman II fundó Mursiya (actual Murcia) entre los años 825 y 831 en una pequeña elevación a orillas del río Segura, al objeto de pacificar el territorio, potenciar el desarrollo y afianzar su autoridad.

     En las fuentes musulmanas se cita al general Unmayya ibm Mu'awiya ibn Hisan como pacificador de la Cora de Todmir y al general Chabir como primer gobernador de Murcia.

     Abd al-Rahman II tenía la voluntad de crear una nueva capital para la Cora de Tudmir.

     Rara vez en la historia, salvo en América y en la fundación de Alejandría, se ha visto la voluntad de crear una capital, aunque sea de provincia, desde el principio de su existencia.

Abd al-Rahman II difunde la paz y la prosperidad por Al-Ándalus

     Abd al-Rahman II consiguió granjearse una corriente de simpatías que provocó que su gobierno no se viera salpicado por demasiados conflictos.

     Estableció una verdadera jerarquía administrativa, a partir de dos ramas: la Cancillería Real, órgano consultivo; y la Recaudación de Impuestos, a través de un sistema tributario basado en la delación, que garantizaba que nadie pudiese escabullirse del pago de los impuestos.

     La industria, el comercio y la cultura experimentaron un período de gran esplendor, situando al emirato omeya a la cabeza del desarrollo europeo y mundial.

     Abd al-Rahman II consiguió desarrollar una etapa de prosperidad para Córdoba, así como su pacificación, debilitando las ansias del expansionismo cristiano.

     A pesar de que la calma es la nota dominante durante su reinado, éste también se vio salpicado por conflictos sociales con bereberes y mozárabes, así como por las incursiones de normandos en Sevilla, Lisboa, Cádiz y Sidonia, a las que consiguió sofocar y vencer definitivamente en el año 845 con la victoria de Tablada.

     Abd al-Rahman II dirigió diversas campañas contra los reinos cristianos del norte, alcanzando la ciudad de León y sitiando Barcelona y Gerona. Sin embargo, en las aceifas (expedición militar que se realizaba en verano) lanzadas contra el reino asturiano que gobernada Alfonso II el Casto, no cosechó los éxitos esperados.

     Según las crónicas árabes, en el año 844 Abd al-Rahman II se enfrentó a Ramiro I, rey de Asturias, en una batalla que ha pasado a la historia envuelta en un halo de leyenda: la de Clavijo. Fue librada en las cercanías de Logroño y, según cuenta la leyenda, vencieron los cristianos gracias a la oportuna intervención, a lomos de blanco corcel y espada en mano, del Apóstol Santiago.

     Durante su emirato, Abd al-Rahman II dotó a Córdoba de un clima intelectual en ebullición, que permitió a creadores de gran talento contribuir a la simbiosis social y cultural que había de caracterizar a la cultura andalusí, incluida la esfera de la música, donde destacó la elegante figura del músico de Bagdad, Zityab.

El movimiento de los mártires cristianos y la muerte de Abd al-Rahman II

     La política pro-árabe llevada a cabo por Abd al-Rahman II le reportó importantes conflictos con la comunidad de mozárabes, que manifestaron su voluntad de mantener su identidad frente a la creciente arabización que su emir desarrollaba sin tregua en la sociedad andalusi.

     En el año 850 los mozárabes dirigidos por San Eulogio comenzaron a recibir voluntariamente el martirio para mantener su personalidad religiosa. Esta tensión social alteró durante un tiempo la pacífica convivencia religiosa en Al-Andalus.

     Tras tres años de retiro a causa de una enfermedad, Abd al-Rahman II murió el 22 de septiembre del año 852, siendo enterrado en el panteón de los califas en el Alcázar de Córdoba.