El siglo XIX y primeros decenios del XX suponen para el arte en Murcia un cambio radical que lo aleja de los modismos barrocos tan extendidos en todas las expresiones estéticas. En los cien años del XIX se producirían unos cambios absolutos, especialmente en la arquitectura, que basculan de las expresiones neoclásicas a las del Modernismo o Arte Nuevo que rápidamente se extendería por Europa a finales del XIX.

El neoclasicismo surgió a mediados del siglo XVIII como un movimiento, liderado por arquitectos y teóricos de la arquitectura, que posó sus ojos sobre los descubrimientos arqueológicos que evolucionaban en Italia, especialmente en los hallazgos de las ciudades de Herculano y Pompeya patrocinados por el rey de Nápoles, Carlos VII y III de España.

Sin duda la mirada a las ruinas clásicas despertó el interés de muchos artistas por los órdenes clásicos, por las formas desarrolladas en el arte grecorromano, por el esplendor de una civilización perdida que había dominado la esfera social y política de Europa durante muchos siglos. El neoclasicismo se podría considerar un estilo casi arqueológico sino fuera porque arquitectos, pintores y escultores aportaron nuevos planteamientos que lo convertirían en una estética propia y única.

En España fueron arquitectos como Ventura Rodríguez, Sabatini o Juan de Villanueva los que establecerían los principios neoclásicos en sus obras, arrastrando con ellos a creadores menos populares pero igual de interesados en la nueva estética. Es difícil establecer las obras neoclásicas realizadas en Murcia, es complicado enseñar el neoclasicismo, especialmente en el ámbito de la arquitectura, pues casi todo lo construido en el período neoclásico en la Región, especialmente en su ciudad capital, fue destruido durante época contemporánea al compás de los nuevos planteamientos y desarrollos urbanos.

Si del Neoclasicismo hay pocos ejemplos no ocurre lo mismo con el Modernismo que pudo ejercitarse en la región a través de los trabajos de diversos arquitectos que tras formarse en Madrid o Barcelona, las únicas ciudades con escuelas de arquitectura, pudieron desarrollar en Murcia, a la sombra del desarrollo económico, una gran variedad de edificios de gran interés para nuestra Historia del Arte.

Sacra Cantero Mancebo