Aunque por arte rupestre deberíamos entender toda aquella manifestación artística hecha sobre una roca, razonamos de manera generalizada que el arte rupestre engloba las manifestaciones artesanales o artísticas propias de la prehistoria, y en especial las representaciones pictóricas del hombre prehistórico. Queda abierto un debate en torno al término arte y se plantean dudas sobre si es el más adecuado para hablar de las representaciones pictóricas milenarias. Ciertamente es difícil llevar la estética prehistórica a términos de discusión artística, pues faltan muchos elementos de juicio y valoración y su análisis pertenece más a otras ciencias que a la historia del arte, pero tampoco es baladí hablar de arte prehistórico o rupestre pues son las primeras representaciones estéticas conocidas del ser humano y hablamos de unas manifestaciones visibles en distintos puntos del planeta.

Efectivamente, no hay continente, y casi no hay país, donde no se hayan encontrado pinturas rupestres obra de las sociedades prehistóricas locales. En el caso español, el descubrimiento de las cuevas de Altamira en 1879 es considerado como el primer y gran hallazgo del arte rupestre en España y Europa.

La arqueología y la antropología han sido las disciplinas que han tratado de descifrar las incógnitas que emergen tras las pinturas rupestres. Se ha de responder no solo a las dudas sobre la cronología de los hallazgos sino también, y es lo más complicado, al significado de las representaciones. En muchos casos es la ciencia antropológica la que, a través del estudio de sociedades primitivas aún vigentes, ha intentado dar luz a la interpretación de las escenas halladas en cuevas y abrigos.

Sacra Cantero Mancebo